sábado, 31 de octubre de 2020

En el 125º aniversario del fallecimiento de Carlos A. Salaverry

El sargento mayor Felipe Santiago Salaverry se encontraba cumpliendo una misión en Piura, por encargo de su superior, el general La Mar. Por esos días concurría al sitio de la Solana, hoy jurisdicción de Lancones, donde conoce a la dama doña Vicenta Ramírez, hija de acaudalados hacendados, iniciándose un apasionado romance, que terminaría en un embarazo, tal vez no deseado. Pero la situación política obliga al joven soldado a emigrar, dejando abandonada a su joven amante, tal vez con la promesa de regresar. En 1831, Gamarra lo nombra subprefecto de Tacna y allá se casó, en julio de 1832, con doña Juana Pérez, quién estuvo a su lado en todo momento.

Pero meses antes, probablemente en La Solana (Lancones), doña Vicenta Ramírez, el 4 de diciembre de 1830 alumbra un niño, bautizado con el nombre de Carlos Avelino, según la ficha de inscripción del libro 13, folio 127 de la provincia de San Miguel de Piura:

Felipe Santiago Salaverry
Año del Señor de mil ochocientos treinta, en dieciocho de diciembre: Yo Don Miguel de la Cruz León ex licencia bauticé, puse óleo y cris­ma a Carlos Avelino, párvulo de quince días de nacido, hijo natural de don Felipe Santiago Sa­laverry y de Doña Vicenta Ramírez; fueron sus padrinos don Pablo Seminario y Doña Paula Godos, a quienes advertí su obligación y espiri­tual parentesco
, y para que conste lo firmo. 

“Miguel León y Cruz”

En realidad, los datos que solían considerarse en las inscripciones bautismales no eran precisos y eso se ha podido apreciar en documentos bautismales de muy importantes personajes, entre los que se incluye a don Miguel Grau

Se ignora porque después el poeta fue conocido como Carlos Augusto. Lo cierto es que doña Vicenta regresó a La Solana con su hijo, hasta que en 1834 fue prácticamente arrancado del seno materno para ser enviado a Lima por su padre Felipe Santiago Salaverry, para entregarlo al cuidado de doña Juana Pérez de Infantas. Felipe S. Salaverry fue fusilado el 18 de febrero de 1836, quedando la viuda en completo abandono, perseguida, por lo que tuvo que huir a Chile, llevando consigo a su hijo Felipe y a Carlos Augusto. Luego, retornan al Perú con la protección de Agustín Gamarra y Ramón Castilla, que logran conseguirle una pensión en reconocimiento por los servicios prestados por el general Salaverry.

La educación de Carlos A. Salaverry fue muy precaria. Pero su vocación y esfuerzo le impulsaron a profundizarse en los conocimientos de su tiempo. Ricardo Palma escribe:

“la educación de Salaverry fue descuidada, pero tenía un amor profundo al estudio y sentía con frecuencia la necesidad de desahogar su espíritu en esa música de palabras que se llama poesía...”

Al cabo de un tiempo, el general Castilla lo hizo ingresar al cuartel, donde inició su carrera militar que lo llevaría a ser coronel del ejército peruano. Aquí en sus horas de guardia y descanso se inicia en el mundo de la poesía, cuando su amigo y compañero de armas, el poeta Trinidad Fernández reconoce la calidad de los poemas de Carlos, publicándole unos versos en “El Heraldo”, logrando críticas favorables

Dos mujeres constituyen fuente inagotable de inspiración para sus mejores versos. Ellas fueron Mercedes Felices e Ismena Torres. Con la primera se casó, pero ella lo traicionó dejando en su alma un sello perpetuo de amargura.

Posteriormente el poeta se enamoró perdi­damente de Ismena Torres, pero como era lógico suponer los padres de ésta se opusieron a toda relación y enviaron a su hija a Europa. La separación afectó grandemente al sensi­ble espíritu del poeta.

Cuando los años ya habían pasado y su vida declinaba, habiendo logrado la separación, definitiva de Mercedes Felices se casa en Paris, pero de inmediato aparece los síntomas de la parálisis que años más tarde terminarían por llevarlo a la tumba

Su obra en el teatro

Salaverry incursionó en el teatro con el drama "Arturo", “El pueblo y el tesoro”, y a ella siguió "Atahualpa" en 1854. Luego “Abel o el pescador americano” y “El bello ideal” que es una pieza de cinco actos en verso (Lima 1857); En 1859 "La escuela de las limeñas". “El amor y el oro” (1861); otras piezas teatrales fueron “Los ladrones de alto rango”, “El amor y el odio”, “El hombre del siglo XX”, “El virrey y su favorita”, “Sueños del corazón”, “El pueblo y el tirano” y “Gigantes y pigmeos”. Salaverry entonces sólo tenía 24 años.

Su obra literaria

Sus obras poéticas se refieren principalmen­te a tres libros aun cuando tuvo una gran canti­dad de versos publicados en revistas y periódi­cos de la época. "Diamantes y perlas" fue editado en Lima en 1869 y "Albores y destellos" en Paris en 1871. En la misma ciudad "Cartas a un ángel". Y en el ocaso de su vida escribiría el inmortal poema “Los misterios de la tumba”, editada en Lima en 1883.

Su trayectoria político-militar

En cuanto a su trayectoria militar política, se puede anotar que en 1853 era teniente. En 1855 era capitán cuando el coronel Manuel Ignacio Prado se sublevó en 1865 en Arequipa contra el tratado Vivanco Pareja, contó con la adhesión del sargento mayor Carlos Augusto Salaverry, el cual participó el año siguiente en el combate "Dos de Mayo" luego secundó a Balta contra el coronel Prado en la rebelión de Chiclayo. En 1867 y en 1869 es nombrado secretario de le­gación lo que le permitió recorrer Estados Unidos, Inglaterra, Francia e Italia su residencia habitual fue París y ahí estaba cuando el presidente Manuel Pardo suprime el cargo y Carlos Augus­to quedo en 1872 en la ciudad luz sin medios de subsistencia. Sin embargo, continuaba en Fran­cia en medio de la miseria queriendo en ciertos momentos suicidarse; hasta que en 1878 retor­no al Perú. Al estallar la guerra con Chile secun­dó al presidente García Calderón en 1881, pero en 1883 retorna a Paris en donde contrae matri­monio con Ismena. Es una etapa feliz pero breve de su vida. Recorre Italia, Suiza y Alemania. Eso era en 1885 y casi al terminó del viaje aparecen los síntomas de la parálisis que seis años más tarde lo llevaría a la tumba.

Ismena Torres una de las más grandes obsesiones de su vida, y que sin duda fue una fuente constante de versos llenos de pasión Y felices unos y con una profunda dosis de amargura otros, le inspiró el siguiente soneto:

A un retrato

"¡Sombra inmóvil!" Te miro a todas horas;
y nunca a verme tu semblante giras;
cuando suspiro yo, tu no suspiras
cuando mis penas lloro, tú no lloras!

A veces, con las galas seductoras
de pureza y candor, mi musa inspiras;
 más luego, al contemplar que no me miras,
rompo las cuerdas de laud sonoras!

Si amor que nada pide, nada espera,
hacer pudiese a tu virtud agravios,
perdón pidiera a tu beldad, de hinojos;
y cuando esta ilusión conmigo muere,
 tendré un suspiro de tus dulces labios
o alguna perla de tus bellos ojos!"

Minado su cuerpo por una parálisis aguda, lentamente se extingue su existencia, falleciendo el 9 de abril de 1891 en París. Sus restos fueron repatriados en l964 reposando en el cementerio “San José” de Sullana, donde el escultor Agurto, por encargo del diputado Luis Carnero Checa, construyó un mausoleo. Ahí se inscribió el siguiente verso:

Yo quiero que murmuren mis cantares
sobre mi tumba un lánguido rumor,
como deja en el seno de los mares,
su murmullo la ola que pasó

Diamantes y perlas

He aquí, lector, la diminuta llave
que guarda de mis joyas el tesoro;
privanme la modestia y el decoro
de que yo te las muestre y las alabe.

Quizás tu lente, escrutador, acabe
por no hallar en mi cofre perlas ni oro
si tal descubres, por tu honor imploro
que no lo digas a quien no lo sabe.

Si no hallas en mis versos poesía,
ni estilo, ni metáforas brillantes,
mis páginas arrojan sin leerlas.

Que otro lector, acaso, encontraría
en los tipos de imprenta - los diamantes,
y en mis vacías páginas - las perlas.

Grau

''Asciende hasta la historia, -le decía-
con nuevos lauros, tu nombre sella;
 menos confiado en tu propia estrella
que en tu alma de inmutable valentía”

A mi prosodia el héroe respondía: .
"Morir por nuestra patria es muerte bella;
cambiar mi vida por un triunfo de élla
será -si Dios me escucha- hazaña mía”

¡En la insólita lid colmó el deseo
de honrar su patria y de trocar su vida
por la inmortalidad del mausoleo!

Salvó el honor, perdiendo la victoria
y pensó al ver su nave destruida:
quien no espere triunfar muera con gloria.

Cayendo en la marítima celada
sin un bajel que en su defensa acuda.
sus fuegos rompe, aunque del triunfo duda.
la coraza era el todo, el valor nada.

La armadura, cual vidrio quebrantada,
la tropa ve estallar de asombro muda;
pero en la lid, desmesurada y ruda,
la enseña del Perú persiste izada.

Sucumbe Grau! En evidente calma,
otro envidia su muerte y se resigna
a la gloriosa herencia de aquella alma!

De su heroísmo es víctima expiatoria;
llega a todos la inmortal consigna:
quien no espere triunfar, muera con gloria.

Acuérdate de mí

¡Oh!, cuanto tiempo silenciosa el alma
Mira en rededor su soledad que aumenta
como un péndulo inmóvil, ya no cuenta
las horas que se van,
ni siente los minutos cadenciosos
al golpe igual del corazón que adora,
aspirando de la magia embriagadora
de tu amoroso afán!

Ya no late, ni siente, ni aún respira
petrificada el alma allá en lo interno:
tu cifra en mármol con buril eterno
queda grabada en mí!
Ni hay queja al labio ni a los ojos llanto;
muerto para el amor y la ventura,
está en tu corazón mi sepultura
y el cadáver aquí!

En este corazón ya enmudecido
cual la ruina de un templo silencioso,
vacío, abandonado, pavoroso,
sin luz y sin rumor;
embalsamadas ondas de armonía
elévanse un tiempo en sus altares,
y vibraban melódicos cantares
los ecos de tu amor.

¡Parece ayer!... de nuestros labios mudos
el suspiro de ¡Adiós! Volado al cielo
y escondías la faz en tu pañuelo
para mejor llorar¡
Hoy ...nos apartan los profundos senos
de dos inmensidades que has querido,
es más triste y más hondo el de tu olvido
que el abismo del mar!

Pero, ¿qué es este mar? ¿qué es el espacio?
¿qué la distancia, ni los altos montes?
¿Ni qué son esos turbios horizontes
que miro desde aquí;
si a través del espacio y de las cumbres,
de ese ancho mar y de ese firmamento,
vuela por el azul mi pensamiento
y vive junto a ti?

Si yo tus alas invisibles veo,
te llevo dentro del alma, estás conmigo,
tu sombra soy, y adonde vas te sigo
de tus huellas en pos!
Y en vano intentan que mi nombre olvides;
nacieron nuestras almas enlazadas
y en el mismo crisol purificadas
por las manos de Dios!

Tú eres la misma aún: cual otros días
suspéndense tus brazos en mi cuello;
veo tu rostro apasionado y bello
mirarme y sonreír;
aspiro de tus labios el aliento
como el perfume de claveles rojos,
y brilla siempre en tus azules ojos,
mi sol, mi porvenir!

Mi recuerdo es más fuerte que tu olvido;
mi nombre está en la atmósfera, en la brisa,
y ocultas a través de tu sonrisa
lágrimas de dolor;
pues mi recuerdo tu memoria asalta;
y a pesar tuyo por mi amor suspiras,
y hasta el ambiente mismo que respiras
te repite ¡mi amor!

¡Oh! cuando vea en la desierta playa,
con mi tristeza y mi dolor a solas
el vaivén incesante de las olas
me acordaré de tí!
Cuando veas que un ave solitaria
cruza el espacio en moribundo vuelo
buscando un nido entre el mar y el cielo
¡Acuérdate de mí!

Poema a la esperanza

Yo sé que eres un ave fugitiva,
un pez dorado que en las ondas juega,
una nube del alba que desplega
su miraje de rosa y me cautiva.

Sé que eres flor que la niñez cultiva
y el hombre con sus lágrimas la riega,
sombra del porvenir que nunca llega,
bella a los ojos, y a la mano esquiva.

Yo sé que eres la estrella de la tarde
que ve el anciano entre celajes de oro,
cual postrera ilusión de su alma, bella.

Y aunque tu luz para mis ojos no arde,
engáñame ¡oh mentira! Yo te adoro,
ave o pez, sombra o flor, nube o estrella.


Poema responde

Dios dijo al ave de los bosques canta,
al tierno caliz de la flor, perfuma
a la estrella, los mares abrillanta,
al sol invade en la azulada bruma
al ambiente suspira, al mar encanta
con tus bellezas de argentada espuma
y a ti mujer para el odio nacida,
te ha dicho acaso dios
¿ama y olvida?
 

Ilusiones

Venid a mí, sonriendo y placenteras,
visiones que en la infancia he idolatrado,
¡oh recuerdos, mentiras del pasado!
¡Oh esperanzas, mentiras venideras!
Ya que huyen mis lozanas primaveras,
quiero ser por vosotras consolado,
en un mundo fantástico, poblado
de delirios, de sombras y quimeras.
Mostradle horrible la verdad desnuda
a los que roben, de su ciencia ufanos,
a todo lo ideal su hermoso aliño;
pero apartadme de su estéril duda;
y aunque me cubra de cabellos canos,
dejadme siempre el corazón de un niño.

(Escrito publicado en la edición Nº 91, revista Tallán – Mayo 2014)


miércoles, 21 de octubre de 2020

Nuevas revelaciones sobre el poeta Salaverry

Escribe: Luis E. Mendoza Ramírez

El 14 de abril del 2014, se llevó a cabo la conferencia sobre la vida del poeta Carlos Augusto Salaverry. El disertante, historiador Miguel Arturo Seminario Ojeda, abundó en detalles sobre la vida del poeta, desde el análisis hermenéutico de su partida de bautismo, registrada en Piura en 1830, donde se estampa la cláusula "ex licencia parroquia", que significa que el bautizando provenía de otra parroquia, distinta a la que se le bautizaba, y en la ciudad de Piura, solo existía la de la Matriz o San Miguel Arcángel, por lo tanto Carlos Augusto Salaverry no había nacido en Piura, como se alegaba hasta 1964, año en que los restos del poeta volvieron a Sullana, después de permanecer en París desde 1891.

Monumento Carlos A. Salaverry frente al
centro de estudios que ostenta su nombre

Hizo conocer el mencionado historiador, que lo de RUISEÑOR, ya se le decía al poeta desde su permanencia en París, como se pudo conocer tras la lectura de un poema que una amiga suya escribió a Salaverry, pidiéndole poéticamente, que regresara a Lima, posteriormente para los sullaneros, se convirtió en EL RUISEÑOR DEL CHIRA.

También abundó en probanzas (1), que determinaron que la familia Ramírez Duarte era propietaria de fincas urbanas en Sullana, ya que varias de ellas aparecen mencionadas en un juicio sostenido por la abuela materna del poeta, Narcisa Duarte, quien también señala tener una propiedad en Piura, y varias haciendas en el valle del Chira (2).

No escapó a la exposición, el señalar, cómo se conocieron los progenitores de Carlos Augusto Salaverry, don Felipe Santiago Salaverry del Solar y doña Vicenta Ramírez Duarte, que como lo señaló el novelista Francisco Vegas Seminario (3), fue en un sarao organizado para José de La Mar por la familia Otoya en la ciudad de Piura, y luego, estos amores continuaron en La Solana, como se refleja en la carta escrita por el militar desde La Solana, en 1829.

Más reveladora fue la demostración que hizo el historiador, sobre la amistad que tuvo el poeta con don Miguel Grau Seminario, al señalar la existencia de cartas entre ambos personajes, que se encuentran en la Biblioteca Nacional de Lima. Esperamos que esta conferencia se repita en la ciudad de Sullana.

----------------------------

(1) - Sustentadas con documentación existente.   

 (2) - Narcisa Duarte aportó a su matrimonio con Francisco Ramírez de Gastón Dertier, las haciendas La Solana y Alamor, quedando esta última del lado ecuatoriano al crearse la frontera con la independencia. Su hija Vicenta heredó ambas.

(3) - "Cuando los Mariscales combatían" del autor indicado. Luego en 1829, el entonces coronel Salaverry deportado al Ecuador, se ubicó en Alamor, vecina de La Solana, ambas propiedad de Vicenta Ramírez Duarte.

Escrito publicado en la revista El Tallán, edición 108 - Sullana, mayo del 2016

martes, 20 de octubre de 2020

Asociación cultural “Tallán” rinde homenaje en el 183 Aniv. del nacimiento Salaverry

Escribe: Luis Mendoza Ramírez

En nuestra cena cultural del 6 de diciembre realizada por nuestra asociación, sobrepasando el marco de nuestras tertulias, con la gentil presencia de los directivos e integrantes de las instituciones sullaneras presentes en esta ciudad, pudimos avanzar en el cumplimiento de nuestros objetivos de reforzar la identidad, conservar las tradiciones y difundir los valores culturales de nuestro norteño terruño, la región piurana y especialmente el sullanero valle del Chira.

Nuestras expectativas se vieron colmadas con la atenta y entusiasta recepción de los presentes a la presentación del poemario de Carlos Augusto Salaverry, (nueva edición), y a las exposiciones en defensa de la calidad y valor literario de su obra, (que viene siendo objeto de inaudita y persistente diatriba de parte de un plumario menor, en su propia ciudad natal). Ver en archivo adjunto, la carta enviada por el editor del libro presentado.

La intervención con enterada y sabia veteranía del Señor Lorgio Devoto Agurto en sus comentarios y recitando el poema más conocido del bardo sullanero, nos fijaron en el recuerdo su última estrofa ¡Acuérdate de mí!

La creatividad de los juegos educativos y el cuento de homenaje a Grau que presentó el señor Ricardo Martens Montero, fue recibida cálidamente por su novedad.

Una sorpresa muy grata y amena fue el recital de "Cumananas", que, iniciado con un extracto de su amplio estudio, nos brindó el Dr. Dimas Arrieta Espinoza, culminándolo con sus "décimas de pié zafado". 

Se completó el racimo cultural, con un recital de antiguos "Villancicos norteños", presentados por su rescatista el historiador Miguel Arturo Seminario Ojeda, algunos de los cuales, combinaban con el castellano, frases en quechua y otros, cierto dialecto de los descendientes de los negros bozales. Varios de ellos, fueron cantados con mucho sentimiento por la poetisa Gloria Renee Burneo Seminario, incluyendo uno de su creación, siendo acompañada por un conjunto de guitarras y cajón.

La velada culminó con los brindis por Sullana y sus instituciones presentes en Lima, sirviéndose luego una cena navideña que cerró a los postres con un norteño "chumbeque".

Nuestro agradecimiento por su presencia, a las señoras del Comité de apoyo permanente para obras sociales de Sullana, al Club Sullana, a la Asociación de ex alumnos maristas de Sullana residentes en Lima y a la participación y apoyo de la Asociación de ex alumnos salaverrinos residentes en Lima, recordando el 183 Aniversario del nacimiento de Carlos Augusto Salaverry Ramírez.

Especial saludo al comité ejecutivo tallan que se puso al hombro la realización de este evento y al Secretariado de instituciones privadas de bienestar social por su local y apoyo total.

Artículo publicado en la revista El Tallán, edición Nº 87 - Sullana, enero 2014

lunes, 19 de octubre de 2020

Algunos apuntes biográficos sobre Carlos Augusto Salaverry

Escribe Miguel A. Seminario Ojeda

Carlos Augusto Salaverry nació en la hacienda “La Solana” jurisdicción de Lancones en la provincia de Sullana. Hijo del entonces coronel Felipe Santiago Salaverry y de la piurana, Vicenta Ramírez Duarte, hija de Francisco Ramírez y Juana Duarte, propietaria de terrenos y casas en La Punta, hoy Sullana, como consta en varias escrituras públicas. Sobre la estadía de Felipe Santiago Salaverry en La Solana, publiqué una carta escrita desde ese lugar por el coronel Salaverry, en clara demostración de sus amores con Vicenta Ramírez Duarte.

Objetos relacionados con Carlos A. Salaverry
en el museo "Luis Crus Merino" de Sullana

Por muchos años, como la familia Ramírez Duarte tenía propiedades urbanas en Piura, se creyó que Carlos Augusto había nacido en San Miguel De Piura, pero no fue así, ya que de ser cierta esta presunción, el párroco de la Iglesia Matriz, hoy catedral, no hubiese acuñado en la partida baustismal, la cláusula "ex licencia parroquia", que significa que el bautizando procede de otra jurisdicción parroquial. Al aparecer esta cláusula, es evidente que Carlos Augusto Salaverry Ramírez no nació en el Chilcal, sino en La Solana, como siempre lo afirmó la familia materna del poeta. Que fue bautizado en Piura, es cierto, pero es evidente que no nació en esta ciudad.

Con pocos años de vida, el niño fue llevado por su padre, que ya había contraído nupcias con Juana Pérez Infantas, lo llevó porque así lo obligaba el código civil de la época, y no porque la familia materna no lo podía mantener. Su padre quiso que se educase en Lima bajo los cuidados de Juana Pérez de Infantas, al lado de su hermanastro, llamado también Felipe Santiago, como su progenitor.

Tenía solo 6 años cuando su padre fue derrotado y fusilado por Andrés de Santa Cruz, siguiendo a sus familiares en el destierro en Chile. Sus biógrafos dicen que fue así como su personalidad empezó a formarse en la soledad, la tristeza y las penurias económicas, cursando apenas estudios elementales. Retornó al Perú, y a los 15 años de edad ingresó al ejército en calidad de cadete, en el batallón Yungay.  Así de militar, en los años 50 del siglo XIX retorna a Piura en misión especial, y seguro que se reencontró con sus parientes maternos, como consta en los partes del Archivo Histórico Militar del Centro de Estudios Históricos Militares del Perú. De esta parte de su vida, debemos destacar que participó en el combate del "Dos de Mayo” de 1866.

Se casa con Mercedes Felices, unión que no duró mucho tiempo, luego se enamoró de Ismena Torres, cuya familia se trasladó a Europa, para alejarla de él, y como resultado de esto, escribió en  verso, lo que sus críticos consideran en su mejor obra: Cartas a un ángel.

Por esos años estrenó también sus primeros dramas: Arturo (su primer estreno), Atahualpa o la conquista del Perú (1854), Abel o el pescador americano (1857) y El bello ideal (1857). Publicó la primera edición de su poemario “Diamantes y perlas” (Lima, 1869). En Europa editó la colección de poemas titulada “Albores y destellos” (El Havre, 1871), obra que incluye tres libros: el del título propiamente dicho, “Diamantes y perlas” y “Cartas a un ángel”.

En 1878 regresó al Perú. y el poeta hubo de cumplir sus deberes de ciudadano al año siguiente, producida la guerra con Chile. Escribió varias poesías, que he dado a conocer en las tres ediciones de mi libro Historia de Sullana. Terminada la guerra, y después de publicar “Misterios de la tumba” (Lima, 1883), regresó a Europa y contrajo matrimonio por segunda vez, en París. Murió el 9 de abril de 1891. Sus restos fueron repatriados en 1964 a su tierra natal, reposando en el cementerio "San José" de Sullana.

(Escrito publicado en la revista El Tallán, edición N° 65, junio 2012)

domingo, 18 de octubre de 2020

Carlos Augusto Salaverry: Los diamantes y perlas del espíritu

Imagen de Salaverry
aparecida en foto
a fines del siglo 19

 Escribe: Jorge Castillo Fan

Ricardo Palma ha señalado: «La educación de Salaverry fue descuidada, pero tenía un amor profundo al estudio y sentía con frecuencia la necesidad de desahogar su espíritu en esa música de palabras que se llama poesía...». Efectivamente, quizás el rasgo más nítido en Carlos Augusto Salaverry sea el de su condición de ser consciente de su destino como poeta y, bajo tal circunstancia, llegar a sostener una defensa indoblegable de la poesía como forma de vida, pese a la precariedad de su situación en el orden material. O, precisamente, a causa de ello, si nos atenemos a lo que revela Martí, que «el verso, dulce consuelo, nace al lado del dolor».

Pero, además, Salaverry proyecta a través de su poesía una visión profética, pues anuncia desde entonces lo que ya acontecía en el mundo, aunque de manera menos atroz que en nuestros días: la deshumanización del hombre, su separación inexorable de las manifestaciones del espíritu y su decantación por un materialismo nocivo.

La poesía de Salaverry se alzó contra ese orden, esgrimiendo los valores humanos que precisamente ahora el mundo requiere, y con una urgencia impostergable, a tal punto que son reclamados casi a gritos en proyectos como el Plan Lector, en el caso de nuestro país.

Y es que la poesía de Salaverry no sólo se puede apreciar desde su valor intrínseco, esto es, desde su condición de arquitectura versística signada por la belleza, por lo sugerente de sus imágenes, con lo cual deslumbra, sin lugar a dudas. Existe un más allá de la estética de sus formas: la puesta en valor de las virtudes humanas, aquellas joyas que no son elementos de compra-venta, y cuya adquisición sólo es posible a través de la apertura de ciertos niveles de la conciencia humana.

Arrojado a la intemperie de la orfandad desde sus años primeros, Salaverry sufriría luego el destierro; además de esa otra suerte de destierro que es la incomprensión de una sociedad no sólo ajena sino refractaria al trabajo del poeta. Esta experiencia gris no ha sido exclusividad de Salaverry, pues es lo mismo que le ha tocado vivir a otros poetas, como en el caso de César Vallejo, vituperado en un principio por Clemente Palma, aunque luego éste se rectificara, y de la mejor manera: publicando sus textos en «Variedades» y reconociendo en el poeta mayor su auténtica valía.

Ni las condiciones de su entorno ni la miseria material que le toco vivenciar -circunstancias que revela en “Diamantes y perlas”- fueron caldos de cultivo para un discurso de resentimiento o de evasión. He ahí la grandeza del poeta. Por el contrario, Salaverry enarboló las virtudes humanas como una respuesta urgente y vital ante el cabalgante proceso de deshumanización de la sociedad de entonces, proceso cuyos aciagos resultados se hacen patentes en el grado de descomposición al que asistimos en nuestros días, y cuya muestra mayor es la devaluación de la clase política y de las principales entidades gubernamentales.

Precisamente estas condiciones son las que hacen más vigente que nunca la obra de Salaverry, pues ella se yergue como una suerte de arsenal ético. Un mensaje que no sólo se proyecta al ámbito de nuestra patria, sino que alcanza un radio de acción universal, que es lo que acontece a las grandes obras literarias.

Carlos Augusto Salaverry y Ricardo Palma son los máximos representantes del Romanticismo peruano; sin embargo, es muy fácil acceder a las obras de Palma, hecho que no ocurre con Salaverry. En editorial América creemos que con la publicación íntegra de “Diamantes y perlas” hacemos un acto de justicia al poeta sullanero, cuya obra es motivo de celebración en diferentes partes de Hispanoamérica. Un acto de justicia y celebración que debe enorgullecer a quienes vieron la luz de la vida en la Perla del Chira, puesto que contar con una obra como Diamantes y perlas es sentirnos muy cerca de lo que hace del hombre un ser sublime.

No podía concluir este breve discurso sin denunciar la ignorancia y envidia de ciertos enredadores que persisten en deslucir los méritos del gran poeta sullanero. Ya quisieran ostentar el reconocimiento del que para siempre gozará Carlos Augusto Salaverry.

Luis Cardoza y Aragón ha definido a la Poesía como la única prueba concreta de la existencia del hombre. Tal vez sea esta la razón por la que Salaverry, el poeta, el hombre, haya dejado a través de su palabra una estela humeante sobre el pasado y una huella candente que aún nos alcanza hasta nuestros días.


(Artículo publicado en la revista El Tallán, 
edición Nº 87 Sullana, enero 2014.)

Escrito por
Jorge Castillo Fan