Sus
críticos han dicho que Salaverry hizo con el verso, lo que el gran Castelar con
la palabra y Flamarión con la astronomía. Lo ha enriquecido esmaltándolo con
los colores del iris, dándole la sonoridad e inefable de la cadencia del alma
revistiendo con la púrpura aristocrática que Apolo solo brinda a los verdaderos
poetas; y ha hecho por último de la estrofa, no el vehículo de vulgares
pensamientos, sino el carro diamantino de generosas ideas y nobilísimas
aspiraciones, su deslumbrante espectro recorre todas las cuerdas de la lira,
arrancándole cantos a Dios, a la humanidad, a la patria, a la familia y al amor
y el no escribió obedeciendo a ningún sistema porque no tuvo una cultura para
ello. Poeta genial y espontáneo no circunscribe su osado vuelo en el círculo estrecho
de ninguna escuela.
Canta,
como han catando siempre los grandes poetas, las maravillas de la creación y
los misterios del alma. En sus poesías no prevalece ni el escéptico ni el
creyente, sino que simultáneamente se ve surgir en el dilatado camino de la
vida llena de fe en sus horas de prosperidad y dicha; pero también abrumado por
la duda y hasta modulando el irónico vocablo del ateo, en sus noches de
desgracia y desesperación infinita.
Dos
mujeres constituyen fuente inagotable de inspiración para sus mejores versos.
Ellas fueron Mercedes Felices e Ismena Torres. Con la primera se casó, pero
ella lo traicionó dejando en su alma un sello perpetuo de amargura.
Posteriormente
el poeta se enamoró perdidamente de Ismena Torres, pero como era lógico suponer
los padres de esta se opusieron a toda relación y enviaron a su hija a Europa.
La
separación afectó grandemente al sensible espíritu del poeta.
Cuando
los años pasaron y su vida declinaba, y logrando la separación definitiva de
Mercedes Felices se casa en París, pero de inmediato aparece los síntomas de la
parálisis que años más tarde terminarían conduciéndolo a la tumba.
Salaverry
incursionó en el teatro y de hecho sus primeras obras fueron de ese género asistiendo
a la representación de varias de ellas y gozado grandemente con la acogida que
el público le dispensaba.
Sin embargo, los críticos aseguran que salvo "Atahualpa"
el resto carecían de valor.
Es posible que la comparación se haya hecho
con sus versos incomparables.
La
primera obra teatral fue "Arturo" ya ella siguió "Atahualpa"
en 1854. En 1857 apareció "Abel o el pescador americano"
y "El
bello ideal" un drama en cuatro actos. En 1859 "La
escuela de las limeñas" y en 1861 "El amor y el oro".
Sus
obras poéticas se refieren principalmente a tres libros aun cuando tuvo una
gran cantidad de versos publicados en revistas y periódicos de la época.
Salaverry, lado derecho |
"Diamantes y Perlas" fue editado en Lima en 1869 y "Albores y Destellos" en París en 1871. En la misma ciudad "Cartas a un ángel".
En
cuanto a su trayectoria militar y política, se puede anotar que en 1853 era
teniente y 1855 era capitán cuando el coronel Manuel Ignacio Prado se sublevó
en 1865 en Arequipa contra el tratado Vivanco Pareja, contó con la adhesión del
sargento mayor Carlos Augusto Salaverry, el cual participo el año siguiente en
el combate "Dos de Mayo" luego secundó a Balta contra el coronel
Prado en la rebelión de Chiclayo en 1867 y en 1869 es nombrado secretario de legación
lo que le permitió recorrer Estados Unidos, Inglaterra, Francia e Italia, siendo
su residencia habitual Paris y ahí estaba cuando el presidente Manuel Pardo
suprime el cargo y Carlos Augusto queda en 1872 en la ciudad Luz sin medios de
subsistencia. Sin embargo, continuaba en Francia en medio de la miseria
queriendo en ciertos momentos suicidarse; hasta que en 1878 retorno al Perú.
Al estallar la guerra con Chile secundó al presidente García Calderón en 1881,
pero en 1883 retorna a Paris en donde contrae matrimonio. Es una etapa feliz
pero breve de su vida, pero recorre Italia, Suiza y Alemania. Eso era en 1885 y
casi al terminó del viaje aparecen los síntomas de la parálisis que seis años
más tarde lo llevaría a la tumba.
Su
alma siempre torturada y sensible expresan a través de sus versos los estados
cambiantes de su espíritu. Fue el amor, una de las fuentes más importantes
para su inspiración traduciéndose en unos casos en apasionadas estrofas para
luego al tener que enfrentar los primeros desengaños y las crueles realidades
de la vida se produce una especie de sangrante y desesperado estallido de todos
sus sentimientos.
Ismena
Torres una de las más grandes obsesiones de su vida, y que sin duda fue una fuente
constante de versos llenos de pasión y felices unos y con una profunda dosis de
amargura otros, le inspiro el siguiente soneto:
A
UN RETRATO
"¡Sombra inmóvil!" Te
miro a todas horas;
y nunca a verme tu semblante
giras;
cuando suspiro yo, tu no suspiras
cuando mis penas lloro, tú no
lloras!
A veces, con las galas seductoras
de pureza y candor, mi musa
inspiras;
más luego, al contemplar que no
me miras,
rompo las cuerdas de laúd
sonoras!
Si amor que nada pide, nada
espera,
hacer pudiese a tu virtud
agravios,
perdón pidiera a tu beldad, de
hinojos;
y cuando esta ilusión conmigo
muere,
tendré un suspiro de tus dulces
labios
o alguna perla de tus bellos
ojos!"
El
Dr. Luis Alberto Sánchez en su gran obra "La literatura peruana" al
referir a Salaverry como el más grande de los poetas románticos entre otras
cosas dice:
"Predomina
en Salaverry el tono elegiaco nadie podría negar la delicadeza la suave
melancolía que imprime indudable aristocracia sus más vulgares lamentos. El
recuerdo -ACUERDATE DE MI- por ejemplo, refleja muy bien esa actitud suya
triste y calurosa ante la vida”:
¡Oh!, cuanto tiempo silenciosa el
alma
mira en redor su soledad que
aumenta
como un péndulo inmóvil, ya no
cuenta
las horas que se van,
ni siente los minutos cadenciosos
al golpe igual del corazón que
adora,
aspirando de la magia
embriagadora
de tu amoroso afán!
Hasta
aquí lo publicado por el Dr. Sánchez pero no podemos ceder a la tentación de
continuar el verso.
Ya
no late, ni siente, ni aún respira
petrificada
el alma allá en lo interno:
tu
cifra en mármol con buril eterno
queda
grabada en mí!
Ni
hay queja al labio ni a los ojos llanto;
muerto
para el amor y la ventura,
está
en tu corazón mi sepultura
y
el cadáver aquí!
¡Oh!
cuando vea en la desierta playa,
con
mi tristeza y mi dolor a solas
el
vaivén incesante de las olas
me
acordaré de ti!
Cuando
veas que un ave solitaria
cruza
el espacio en moribundo vuelo
buscando
un nido entre el mar y el cielo
¡acuérdate
de mí!
Es
el haber sido separado de su amada lo que arranca en Salaverry esos tristes
lamentos al quedarse anclado en estas playas de América mientras todo un
océano los separa de su amada aferrándose a una última esperanza implora
mantener el recuerdo, pero el tiempo y la distancia son los dos más grandes
enemigos y cuando Ismena Torres retorna a la patria ya estaba curada de su mal
de amores y se casa con Juan Antonio Noblecilla.
Ante
ese nuevo golpe a Salaverry solo le queda como consuelo y refugio la poesía.
Aferrándose a la imposible ya lo puramente espiritual exclama:
Dios te hizo para mí no es él tu
dueño
sí es suyo el beso de tu dulce
boca
es de tus labios, para mí el
suspiro.
En
febrero de 1870 estaba Carlos Augusto en Europa como adjunto a la delegación
del Perú en Francia e Inglaterra. El viejo mundo lo deslumbra y sobre todo
París la ciudad Luz capital de la cultura mundial y obligado centro y meca de
todos los poetas y artistas de la tierra. Por esa época aparecen dos de sus
obras principales “Albores y destellos” y “Cartas a un ángel” pero en 1872 se
producen graves sucesos en el Perú. El presidente Balta, protector de Salaverry
deja el mando y es asesinado provocando una sangrienta reacción popular contra
los hermanos Gutierrez los victimarios.
Asume
entonces la presidencia, don Manuel Pardo que suprime el cargo de Salaverry y
lo deja virtualmente en la calle.
Pero
en 1878 en víspera de la guerra con Chile asume el poder un antiguo conocido el
general Prado el cual facilita el retorno de Salaverry al Perú en febrero de
ese año.
Pero
en lo físico, ya no era el poeta el hombre de antes. Los golpes de la vida le
dejaron su marca indeleble y se apreciaba las huellas de una vejez prematura
que se extendía también a su espíritu agobiado y cargado de desengaños.
Sus
versos son entonces taciturnos y la visión de la muerte se torna en una
obsesión es como un hombre sin futuro.
Veamos
una de las poesías melancólicas de Salaverry:
ILUSIONES
visiones que en mi infancia e idolatrado
quiero ser por vosotras consolado,
en un mundo fantástico poblado
de delirios, de sombras y quimeras
a los que roben, de su ciencia ufanos
y aunque me cubra de cabellos canos
La guerra
con Chile también impactó profunda en su espíritu. Consiente de la
inferioridad militar del Perú hizo un llamado a los peruanos primero para
enfrentar la guerra y más tarde la paz. Cantó a la gloria de Grau y resalta ros
valores morales sobre los materiales.
En
su canto a Grau se expresa de la siguiente manera:
GRAU
''Asciende
hasta la historia, -le decía-
con
nuevos lauros, tu nombre sella;
menos confiado en tu propia estrella
que
en tu alma de inmutable valentía”
A
mi prosodia el héroe respondía: .
"Morir
por nuestra patria es muerte bella;
cambiar
mi vida por un triunfo de ella
será
-si Dios me escucha- hazaña mía”
¡En
la insólita lid colmó el deseo
de
honrar su patria y de trocar su vida
por
la inmortalidad del mausoleo!
Salvó
el honor, perdiendo la victoria
y
pensó al ver su nave destruida:
quien
no espere triunfar muera con gloria.
Cayendo
en la marítima celada
sin
un bajel que en su defensa acuda.
sus
fuegos rompe, aunque del triunfo duda.
la
coraza era el todo, el valor nada.
La
armadura, cual vidrio quebrantada,
la
tropa ve estallar de asombro muda;
pero
en la lid, desmesurada y ruda,
la
enseña del Perú persiste izada.
¡Sucumbe
Grau! En evidente calma,
otro
envidia su muerte y se resigna
a
la gloriosa herencia de aquella alma!
De
su heroísmo es víctima expiatoria;
llega
a todos la inmortal consigna:
quien
no espere triunfar, muera con gloria.
Tras
la derrota y la toma de Lima, Salaverry dio apoyo al gobierno de la Magdalena
presidido por García Calderón hasta el destierro de este. Durante la ocupación
hizo varios poemas buscando levantar patriotismo nacional en momentos en que
la derrota hundía al país en la frustración y la amargura. Frente a un Perú destruido
que tras del desastre militar venía un desastre moral y perdida toda esperanza
buscaba lo poco que podría quedar de fe en las propias fuerzas espirituales de
la patria no siguieran también el camino naufragio.
Enlaces
Centenario del fallecimiento del poeta
CARLOS AUGUSTO SALAVERRY RAMÍREZ