martes, 20 de octubre de 2020

Asociación cultural “Tallán” rinde homenaje en el 183 Aniv. del nacimiento Salaverry

Escribe: Luis Mendoza Ramírez

En nuestra cena cultural del 6 de diciembre realizada por nuestra asociación, sobrepasando el marco de nuestras tertulias, con la gentil presencia de los directivos e integrantes de las instituciones sullaneras presentes en esta ciudad, pudimos avanzar en el cumplimiento de nuestros objetivos de reforzar la identidad, conservar las tradiciones y difundir los valores culturales de nuestro norteño terruño, la región piurana y especialmente el sullanero valle del Chira.

Nuestras expectativas se vieron colmadas con la atenta y entusiasta recepción de los presentes a la presentación del poemario de Carlos Augusto Salaverry, (nueva edición), y a las exposiciones en defensa de la calidad y valor literario de su obra, (que viene siendo objeto de inaudita y persistente diatriba de parte de un plumario menor, en su propia ciudad natal). Ver en archivo adjunto, la carta enviada por el editor del libro presentado.

La intervención con enterada y sabia veteranía del Señor Lorgio Devoto Agurto en sus comentarios y recitando el poema más conocido del bardo sullanero, nos fijaron en el recuerdo su última estrofa ¡Acuérdate de mí!

La creatividad de los juegos educativos y el cuento de homenaje a Grau que presentó el señor Ricardo Martens Montero, fue recibida cálidamente por su novedad.

Una sorpresa muy grata y amena fue el recital de "Cumananas", que, iniciado con un extracto de su amplio estudio, nos brindó el Dr. Dimas Arrieta Espinoza, culminándolo con sus "décimas de pié zafado". 

Se completó el racimo cultural, con un recital de antiguos "Villancicos norteños", presentados por su rescatista el historiador Miguel Arturo Seminario Ojeda, algunos de los cuales, combinaban con el castellano, frases en quechua y otros, cierto dialecto de los descendientes de los negros bozales. Varios de ellos, fueron cantados con mucho sentimiento por la poetisa Gloria Renee Burneo Seminario, incluyendo uno de su creación, siendo acompañada por un conjunto de guitarras y cajón.

La velada culminó con los brindis por Sullana y sus instituciones presentes en Lima, sirviéndose luego una cena navideña que cerró a los postres con un norteño "chumbeque".

Nuestro agradecimiento por su presencia, a las señoras del Comité de apoyo permanente para obras sociales de Sullana, al Club Sullana, a la Asociación de ex alumnos maristas de Sullana residentes en Lima y a la participación y apoyo de la Asociación de ex alumnos salaverrinos residentes en Lima, recordando el 183 Aniversario del nacimiento de Carlos Augusto Salaverry Ramírez.

Especial saludo al comité ejecutivo tallan que se puso al hombro la realización de este evento y al Secretariado de instituciones privadas de bienestar social por su local y apoyo total.

Artículo publicado en la revista El Tallán, edición Nº 87 - Sullana, enero 2014

lunes, 19 de octubre de 2020

Algunos apuntes biográficos sobre Carlos Augusto Salaverry

Escribe Miguel A. Seminario Ojeda

Carlos Augusto Salaverry nació en la hacienda “La Solana” jurisdicción de Lancones en la provincia de Sullana. Hijo del entonces coronel Felipe Santiago Salaverry y de la piurana, Vicenta Ramírez Duarte, hija de Francisco Ramírez y Juana Duarte, propietaria de terrenos y casas en La Punta, hoy Sullana, como consta en varias escrituras públicas. Sobre la estadía de Felipe Santiago Salaverry en La Solana, publiqué una carta escrita desde ese lugar por el coronel Salaverry, en clara demostración de sus amores con Vicenta Ramírez Duarte.

Objetos relacionados con Carlos A. Salaverry
en el museo "Luis Crus Merino" de Sullana

Por muchos años, como la familia Ramírez Duarte tenía propiedades urbanas en Piura, se creyó que Carlos Augusto había nacido en San Miguel De Piura, pero no fue así, ya que de ser cierta esta presunción, el párroco de la Iglesia Matriz, hoy catedral, no hubiese acuñado en la partida baustismal, la cláusula "ex licencia parroquia", que significa que el bautizando procede de otra jurisdicción parroquial. Al aparecer esta cláusula, es evidente que Carlos Augusto Salaverry Ramírez no nació en el Chilcal, sino en La Solana, como siempre lo afirmó la familia materna del poeta. Que fue bautizado en Piura, es cierto, pero es evidente que no nació en esta ciudad.

Con pocos años de vida, el niño fue llevado por su padre, que ya había contraído nupcias con Juana Pérez Infantas, lo llevó porque así lo obligaba el código civil de la época, y no porque la familia materna no lo podía mantener. Su padre quiso que se educase en Lima bajo los cuidados de Juana Pérez de Infantas, al lado de su hermanastro, llamado también Felipe Santiago, como su progenitor.

Tenía solo 6 años cuando su padre fue derrotado y fusilado por Andrés de Santa Cruz, siguiendo a sus familiares en el destierro en Chile. Sus biógrafos dicen que fue así como su personalidad empezó a formarse en la soledad, la tristeza y las penurias económicas, cursando apenas estudios elementales. Retornó al Perú, y a los 15 años de edad ingresó al ejército en calidad de cadete, en el batallón Yungay.  Así de militar, en los años 50 del siglo XIX retorna a Piura en misión especial, y seguro que se reencontró con sus parientes maternos, como consta en los partes del Archivo Histórico Militar del Centro de Estudios Históricos Militares del Perú. De esta parte de su vida, debemos destacar que participó en el combate del "Dos de Mayo” de 1866.

Se casa con Mercedes Felices, unión que no duró mucho tiempo, luego se enamoró de Ismena Torres, cuya familia se trasladó a Europa, para alejarla de él, y como resultado de esto, escribió en  verso, lo que sus críticos consideran en su mejor obra: Cartas a un ángel.

Por esos años estrenó también sus primeros dramas: Arturo (su primer estreno), Atahualpa o la conquista del Perú (1854), Abel o el pescador americano (1857) y El bello ideal (1857). Publicó la primera edición de su poemario “Diamantes y perlas” (Lima, 1869). En Europa editó la colección de poemas titulada “Albores y destellos” (El Havre, 1871), obra que incluye tres libros: el del título propiamente dicho, “Diamantes y perlas” y “Cartas a un ángel”.

En 1878 regresó al Perú. y el poeta hubo de cumplir sus deberes de ciudadano al año siguiente, producida la guerra con Chile. Escribió varias poesías, que he dado a conocer en las tres ediciones de mi libro Historia de Sullana. Terminada la guerra, y después de publicar “Misterios de la tumba” (Lima, 1883), regresó a Europa y contrajo matrimonio por segunda vez, en París. Murió el 9 de abril de 1891. Sus restos fueron repatriados en 1964 a su tierra natal, reposando en el cementerio "San José" de Sullana.

(Escrito publicado en la revista El Tallán, edición N° 65, junio 2012)

domingo, 18 de octubre de 2020

Carlos Augusto Salaverry: Los diamantes y perlas del espíritu

Imagen de Salaverry
aparecida en foto
a fines del siglo 19

 Escribe: Jorge Castillo Fan

Ricardo Palma ha señalado: «La educación de Salaverry fue descuidada, pero tenía un amor profundo al estudio y sentía con frecuencia la necesidad de desahogar su espíritu en esa música de palabras que se llama poesía...». Efectivamente, quizás el rasgo más nítido en Carlos Augusto Salaverry sea el de su condición de ser consciente de su destino como poeta y, bajo tal circunstancia, llegar a sostener una defensa indoblegable de la poesía como forma de vida, pese a la precariedad de su situación en el orden material. O, precisamente, a causa de ello, si nos atenemos a lo que revela Martí, que «el verso, dulce consuelo, nace al lado del dolor».

Pero, además, Salaverry proyecta a través de su poesía una visión profética, pues anuncia desde entonces lo que ya acontecía en el mundo, aunque de manera menos atroz que en nuestros días: la deshumanización del hombre, su separación inexorable de las manifestaciones del espíritu y su decantación por un materialismo nocivo.

La poesía de Salaverry se alzó contra ese orden, esgrimiendo los valores humanos que precisamente ahora el mundo requiere, y con una urgencia impostergable, a tal punto que son reclamados casi a gritos en proyectos como el Plan Lector, en el caso de nuestro país.

Y es que la poesía de Salaverry no sólo se puede apreciar desde su valor intrínseco, esto es, desde su condición de arquitectura versística signada por la belleza, por lo sugerente de sus imágenes, con lo cual deslumbra, sin lugar a dudas. Existe un más allá de la estética de sus formas: la puesta en valor de las virtudes humanas, aquellas joyas que no son elementos de compra-venta, y cuya adquisición sólo es posible a través de la apertura de ciertos niveles de la conciencia humana.

Arrojado a la intemperie de la orfandad desde sus años primeros, Salaverry sufriría luego el destierro; además de esa otra suerte de destierro que es la incomprensión de una sociedad no sólo ajena sino refractaria al trabajo del poeta. Esta experiencia gris no ha sido exclusividad de Salaverry, pues es lo mismo que le ha tocado vivir a otros poetas, como en el caso de César Vallejo, vituperado en un principio por Clemente Palma, aunque luego éste se rectificara, y de la mejor manera: publicando sus textos en «Variedades» y reconociendo en el poeta mayor su auténtica valía.

Ni las condiciones de su entorno ni la miseria material que le toco vivenciar -circunstancias que revela en “Diamantes y perlas”- fueron caldos de cultivo para un discurso de resentimiento o de evasión. He ahí la grandeza del poeta. Por el contrario, Salaverry enarboló las virtudes humanas como una respuesta urgente y vital ante el cabalgante proceso de deshumanización de la sociedad de entonces, proceso cuyos aciagos resultados se hacen patentes en el grado de descomposición al que asistimos en nuestros días, y cuya muestra mayor es la devaluación de la clase política y de las principales entidades gubernamentales.

Precisamente estas condiciones son las que hacen más vigente que nunca la obra de Salaverry, pues ella se yergue como una suerte de arsenal ético. Un mensaje que no sólo se proyecta al ámbito de nuestra patria, sino que alcanza un radio de acción universal, que es lo que acontece a las grandes obras literarias.

Carlos Augusto Salaverry y Ricardo Palma son los máximos representantes del Romanticismo peruano; sin embargo, es muy fácil acceder a las obras de Palma, hecho que no ocurre con Salaverry. En editorial América creemos que con la publicación íntegra de “Diamantes y perlas” hacemos un acto de justicia al poeta sullanero, cuya obra es motivo de celebración en diferentes partes de Hispanoamérica. Un acto de justicia y celebración que debe enorgullecer a quienes vieron la luz de la vida en la Perla del Chira, puesto que contar con una obra como Diamantes y perlas es sentirnos muy cerca de lo que hace del hombre un ser sublime.

No podía concluir este breve discurso sin denunciar la ignorancia y envidia de ciertos enredadores que persisten en deslucir los méritos del gran poeta sullanero. Ya quisieran ostentar el reconocimiento del que para siempre gozará Carlos Augusto Salaverry.

Luis Cardoza y Aragón ha definido a la Poesía como la única prueba concreta de la existencia del hombre. Tal vez sea esta la razón por la que Salaverry, el poeta, el hombre, haya dejado a través de su palabra una estela humeante sobre el pasado y una huella candente que aún nos alcanza hasta nuestros días.


(Artículo publicado en la revista El Tallán, 
edición Nº 87 Sullana, enero 2014.)

Escrito por
Jorge Castillo Fan