domingo, 8 de noviembre de 2020

III.- Carlos Augusto Salaverry, EL MÁS GRANDE POETA ROMÁNTICO

Sus críticos han dicho que Salaverry hizo con el verso, lo que el gran Castelar con la palabra y Flamarión con la astronomía. Lo ha enriquecido esmaltándolo con los colores del iris, dándole la sonoridad e inefable de la cadencia del alma revistiendo con la púrpura aristocrática que Apolo solo brinda a los verdaderos poetas; y ha hecho por último de la estrofa, no el vehículo de vulga­res pensamientos, sino el carro diamantino de generosas ideas y nobilísimas aspiraciones, su deslumbrante espectro recorre todas las cuer­das de la lira, arrancándole cantos a Dios, a la humanidad, a la patria, a la familia y al amor y el no escribió obedeciendo a ningún sistema por­que no tuvo una cultura para ello. Poeta genial y espontáneo no circunscribe su osado vuelo en el círculo estrecho de ninguna escuela.

Canta, como han catando siempre los grandes poetas, las maravillas de la creación y los misterios del alma. En sus poesías no prevalece ni el escéptico ni el creyente, sino que simultá­neamente se ve surgir en el dilatado camino de la vida llena de fe en sus horas de prosperidad y dicha; pero también abrumado por la duda y hasta modulando el irónico vocablo del ateo, en sus noches de desgracia y desesperación infini­ta.

Dos mujeres constituyen fuente inagotable de inspiración para sus mejores versos. Ellas fueron Mercedes Felices e Ismena Torres. Con la primera se casó, pero ella lo traicionó dejando en su alma un sello perpetuo de amargura.

Posteriormente el poeta se enamoró perdi­damente de Ismena Torres, pero como era lógico suponer los padres de esta se opusieron a toda relación y enviaron a su hija a Europa.

La separación afectó grandemente al sensi­ble espíritu del poeta.

Cuando los años pasaron y su vida declinaba, y logrando la separación definitiva de Mercedes Felices se casa en París, pero de inmediato aparece los síntomas de la parálisis que años más tarde terminarían conduciéndolo a la tumba.

Salaverry incursionó en el teatro y de hecho sus primeras obras fueron de ese género asistiendo a la representación de varias de ellas y gozado grandemente con la acogida que el público le dispensaba.

Sin embargo, los críticos aseguran que salvo "Atahualpa" el resto carecían de valor.

Es posible que la comparación se haya he­cho con sus versos incomparables.

La primera obra teatral fue "Arturo" ya ella siguió "Atahualpa" en 1854. En 1857 apareció "Abel o el pescador americano" y "El bello ideal" un drama en cuatro actos. En 1859 "La escuela de las limeñas" y en 1861 "El amor y el oro".

Sus obras poéticas se refieren principalmen­te a tres libros aun cuando tuvo una gran canti­dad de versos publicados en revistas y periódi­cos de la época.

Salaverry, lado derecho

"Diamantes y Perlas" fue editado en Lima en 1869 y "Albores y Destellos" en París en 1871. En la misma ciudad "Cartas a un ángel".

En cuanto a su trayectoria militar y política, se puede anotar que en 1853 era teniente y 1855 era capitán cuando el coronel Manuel Ignacio Prado se sublevó en 1865 en Arequipa contra el tratado Vivanco Pareja, contó con la adhesión del sargento mayor Carlos Augusto Salaverry, el cual participo el año siguiente en el combate "Dos de Mayo" luego secundó a Balta contra el coronel Prado en la rebelión de Chiclayo en 1867 y en 1869 es nombrado secretario de le­gación lo que le permitió recorrer Estados Unidos, Inglaterra, Francia e Italia, siendo su residencia habitual Paris y ahí estaba cuando el presidente Manuel Pardo suprime el cargo y Carlos Augus­to queda en 1872 en la ciudad Luz sin medios de subsistencia. Sin embargo, continuaba en Fran­cia en medio de la miseria queriendo en ciertos momentos suicidarse; hasta que en 1878 retor­no al Perú. Al estallar la guerra con Chile secun­dó al presidente García Calderón en 1881, pero en 1883 retorna a Paris en donde contrae matrimonio. Es una etapa feliz pero breve de su vida, pero recorre Italia, Suiza y Alemania. Eso era en 1885 y casi al terminó del viaje aparecen los síntomas de la parálisis que seis años más tarde lo llevaría a la tumba.

Su alma siempre torturada y sensible expre­san a través de sus versos los estados cambian­tes de su espíritu. Fue el amor, una de las fuentes más importantes para su inspiración traducién­dose en unos casos en apasionadas estrofas para luego al tener que enfrentar los primeros desengaños y las crueles realidades de la vida se produce una especie de sangrante y desesperado estallido de todos sus sentimientos.

Ismena Torres una de las más grandes obsesiones de su vida, y que sin duda fue una fuente constante de versos llenos de pasión y felices unos y con una profunda dosis de amargura otros, le inspiro el siguiente soneto:

A UN RETRATO

"¡Sombra inmóvil!" Te miro a todas horas;
y nunca a verme tu semblante giras;
cuando suspiro yo, tu no suspiras
cuando mis penas lloro, tú no lloras!     

A veces, con las galas seductoras
de pureza y candor, mi musa inspiras;
más luego, al contemplar que no me miras,
rompo las cuerdas de laúd sonoras!

Si amor que nada pide, nada espera,
hacer pudiese a tu virtud agravios,
perdón pidiera a tu beldad, de hinojos;
y cuando esta ilusión conmigo muere,
tendré un suspiro de tus dulces labios
o alguna perla de tus bellos ojos!"

El Dr. Luis Alberto Sánchez en su gran obra "La literatura peruana" al referir a Salaverry como el más grande de los poetas románticos entre otras cosas dice:

"Predomina en Salaverry el tono elegiaco nadie podría negar la delicadeza la suave melancolía que imprime indudable aristocracia sus más vulgares lamentos. El recuerdo -ACUERDATE DE MI- por ejemplo, refleja muy bien esa actitud suya triste y calurosa ante la vida”:

¡Oh!, cuanto tiempo silenciosa el alma
mira en redor su soledad que aumenta
como un péndulo inmóvil, ya no cuenta
las horas que se van,
ni siente los minutos cadenciosos
al golpe igual del corazón que adora,
aspirando de la magia embriagadora
de tu amoroso afán!

Hasta aquí lo publicado por el Dr. Sánchez pero no podemos ceder a la tentación de conti­nuar el verso.

Ya no late, ni siente, ni aún respira
petrificada el alma allá en lo interno:
tu cifra en mármol con buril eterno
queda grabada en
mí!

Ni hay queja al labio ni a los ojos llanto;
muerto para el amor y la ventura,
está en tu corazón mi sepultura
y el cadáver aquí!

¡Oh! cuando vea en la desierta playa,
con mi tristeza y mi dolor a solas
el vaivén incesante de las olas
me acordaré de ti!

Cuando veas que un ave solitaria
cruza el espacio en moribundo vuelo
buscando un nido entre el mar y el cielo
¡acuérdate de mí!

Es el haber sido separado de su amada lo que arranca en Salaverry esos tristes lamentos al quedarse anclado en estas playas de Améri­ca mientras todo un océano los separa de su amada aferrándose a una última esperanza im­plora mantener el recuerdo, pero el tiempo y la distancia son los dos más grandes enemigos y cuando Ismena Torres retorna a la patria ya estaba curada de su mal de amores y se casa con Juan Antonio Noblecilla.

Ante ese nuevo golpe a Salaverry solo le queda como consuelo y refugio la poesía. Aferrándose a la imposible ya lo puramente espiri­tual exclama:

Dios te hizo para mí no es él tu dueño
sí es suyo el beso de tu dulce boca
es de tus labios, para mí el suspiro.

En febrero de 1870 estaba Carlos Augusto en Europa como adjunto a la delegación del Perú en Francia e Inglaterra. El viejo mundo lo des­lumbra y sobre todo París la ciudad Luz capital de la cultura mundial y obligado centro y meca de todos los poetas y artistas de la tierra. Por esa época aparecen dos de sus obras principales “Albores y destellos” y “Cartas a un ángel” pero en 1872 se producen graves sucesos en el Perú. El presidente Balta, protector de Salaverry deja el mando y es asesinado provocando una san­grienta reacción popular contra los hermanos Gutierrez los victimarios.

Asume entonces la presidencia, don Manuel Pardo que suprime el cargo de Salaverry y lo deja virtualmente en la calle.

Pero en 1878 en víspera de la guerra con Chile asume el poder un antiguo conocido el general Prado el cual facilita el retorno de Sala­verry al Perú en febrero de ese año.

Pero en lo físico, ya no era el poeta el hombre de antes. Los golpes de la vida le dejaron su marca indeleble y se apreciaba las huellas de una vejez prematura que se extendía también a su espíritu agobiado y cargado de desengaños.

Sus versos son entonces taciturnos y la vi­sión de la muerte se torna en una obsesión es como un hombre sin futuro.

Veamos una de las poesías melancólicas de Salaverry:

ILUSIONES

Venid a mí, sonriendo y placenteras
visiones que en mi infancia e idolatrado
¡Oh recuerdos! ¡mentiras del pasado!
¡Oh esperanzas! ¡mentiras venideras!
Ya que huyen mis lozanas primaveras
quiero ser por vosotras consolado,
en un mundo fantástico poblado
de delirios, de sombras y quimeras
Mostradme horrible la verdad desnuda
a los que roben, de su ciencia ufanos
a todo lo ideal su hermoso aliño:
pero apartadme de su estéril duda
y aunque me cubra de cabellos canos
dejadme siempre el corazón de un niño

La guerra con Chile también impactó profun­da en su espíritu. Consiente de la inferioridad militar del Perú hizo un llamado a los peruanos primero para enfrentar la guerra y más tarde la paz. Cantó a la gloria de Grau y resalta ros valores morales sobre los materiales.

En su canto a Grau se expresa de la siguiente manera:

GRAU

''Asciende hasta la historia, -le decía-
con nuevos lauros, tu nombre sella;
 menos confiado en tu propia estrella
que en tu alma de inmutable valentía”

A mi prosodia el héroe respondía: .
"Morir por nuestra patria es muerte bella;
cambiar mi vida por un triunfo de ella
será -si Dios me escucha- hazaña mía”

¡En la insólita lid colmó el deseo
de honrar su patria y de trocar su vida
por la inmortalidad del mausoleo!

Salvó el honor, perdiendo la victoria
y pensó al ver su nave destruida:
quien no espere triunfar muera con gloria.

Cayendo en la marítima celada
sin un bajel que en su defensa acuda.
sus fuegos rompe, aunque del triunfo duda.
la coraza era el todo, el valor nada.

La armadura, cual vidrio quebrantada,
la tropa ve estallar de asombro muda;
pero en la lid, desmesurada y ruda,
la enseña del Perú persiste izada.

¡Sucumbe Grau! En evidente calma,
otro envidia su muerte y se resigna
a la gloriosa herencia de aquella alma!

De su heroísmo es víctima expiatoria;
llega a todos la inmortal consigna:
quien no espere triunfar, muera con gloria.

Tras la derrota y la toma de Lima, Salaverry dio apoyo al gobierno de la Magdalena presidi­do por García Calderón hasta el destierro de este. Durante la ocupación hizo varios poemas buscando levantar patriotismo nacional en momentos en que la derrota hundía al país en la frustración y la amargura. Frente a un Perú des­truido que tras del desastre militar venía un desastre moral y perdida toda esperanza busca­ba lo poco que podría quedar de fe en las propias fuerzas espirituales de la patria no siguieran también el camino naufragio.

Enlaces

 

1891 – 9 de abril – 1991
Centenario del fallecimiento del poeta
CARLOS AUGUSTO SALAVERRY RAMÍREZ




Escrito de Reynaldo Moya Espinoza 
publicado en la guía provincial de Sullana,
editada en julio de 1991,
bajo la dirección de la profesora Ena Ognio de Silva








viernes, 6 de noviembre de 2020

IV.- Carlos Augusto Salaverry, EL FINAL

En octubre de 1883 se firmaba el tratado de Paz de Ancón. De allí emergía un Perú sangran­te y adolorido. Una especie de Ecce Hamo. Todo estaba destruido y no se sabía por dónde empe­zar los conceptos de soberanía territorial ya no eran válidos después de la tremendas mutilacio­nes sufridas. Era una república yacente al decir de don Jorge Basadre.

¿Fue acaso ese panorama de desastre superior a lo que podía soportar un alma sensi­ble como la de Salaverry y por eso desertó?

¿O es que esperaba encontrar en la ciencia de la vieja Europa la forma de curar los males orgánicos que ya se le insinuaban?

Sea lo que fuere, en diciembre de 1883, se despedía solitariamente de los pocos amigos que tenía y desde el Callao emprendía el largo viaje que iba a ser sin retorno. Acababa de cumplir solo 53 años, pero era ya un viejo

En 1884 reverdece el amor en su vida cuan­do en el otoño de su existencia hacía su apari­ción en su ya minado organismo. Se casa con la mujer amada y empieza una feliz luna de miel recorriendo varios países de Europa. Era como el Canto del Cisne, pues estando en Alemania suspende en forma repentina el viaje, porque el insidioso mal se le presenta con fuerza. Retorna a la ciudad que tanto quiere París y allí se confina llevando una vida de invalidez hasta su muerte. Desde entonces todos sus versos son premonitorios y giran en torno a la muerte

Tienes poeta un porvenir escrito
la gloria nace al pie de la tumba
y el aura de la muerte es infinito
No! ... no detengas la orgullosa planta,
como el arroyo entre malezas, canta.

O también es la parte final de la composición titulada "Mi Poema"

¡Tú eres un sueño!... y cuando yo sucumba
bajo el peso mortal de mi poema
escrito en mi alma bajará a la tumba!

No se conoce que Carlos Augusto haya vuelto a Piura alguna vez en su vida a visitar sus familiares, a pesar de la posibilidad de tener derecho a una herencia.

Tampoco en sus versos en forma alguna se refiere a la tierra natal, que bien pudo ser una gran fuente de inspiración como lo es actual­mente para las nuevas generaciones de poetas.

Cuando cantó a la gloria de Grau lo hacía bajo la forma de un dialogo en ningún momento explota la idea de que era su paisano.

Todo lo anteriormente expuesto muestra una forma muy especial de ser, del gran poeta ro­mántico.

En la revista de literatura Artes y Ciencia llamada "Ilustraciones Americanas" N° 21 de fecha 1 de mayo de 1891, aparece en la portada, llenándola totalmente, un retrato de Carlos Au­gusto Salaverry su biografía, escrita por uno de los poetas románticos de esa época Teobaldo Elías Corpancho, con fecha de 23 de abril, narrando la forma cómo Carlos Augusto se inició por los caminos de la poesía. El biógrafo da a conocer un poema hecho por Salaverry a la mujer llamada María a la que considera su verdadera madre. Por lo tanto, no es para el poeta Vicenta Ramírez su madre, que después de todo renunció a ese derecho y a esa obliga­ción, ni tampoco Juana Pérez la madrastra viuda del general Felipe Santiago Salaverry sino una desconocida María, que posiblemente pertene­cía al entorno de la familia del extinto militar.

Los restos de Salaverry en dirección 
al cementerio "San José" de Sullana

Decía Elías Corpancho al terminar su biografía que Carlos Augusto yacía enfermo del cuerpo y del alma esperando como Bécquer el sueño de la tumba para ser querido y honrado por su patria.

Muy lejos estaba Corpancho de imaginar, que Carlos Augusto había muerto el 9 de abril de ese año.

Por esos días, intensas lluvias inundaban el departamento de Piura haciendo desbordar ríos y quebradas. El día 7 el río de Piura había arrastrado un gran caudal y destruido el puente construido con el legado del pintor Ignacio Meri­no. El F.C. de Paita a Sullana quedó cortado y la quebrada irrumpió por los suburbios de la capi­tal distrital que por entonces era Sullana, conocido hoy como “canal vía”, con la misma furia que lo hiciera más tarde en 1925 y 1983. En Lancones, ubicado en la cordillera de Amotape y la Brea que servía de contención a nubes cargadas de agua, las lluvias eran particularmente intensas.

En 1964 era alcalde de Sullana elegido por voto popular don Gustavo Moya Espinoza y uno de los diputados por el departamento de Piura el don Luis Carnero Checa se coordinaron gestiones para lograr la repatriación de los restos del poeta, siendo el primer trabajo ubicarlos en París.

Se supo que estaba enterrado en el cemen­terio Du Pere Lachaíse, uno de los tantos exis­tentes en pleno centro de la ciudad Luz, pero que iba a ser arrasado pera abrir calles y avenidas sobre él de tal manera que los restos no reclama­dos iban a parar en un osario común. El mencionado camposanto se encontraba flanqueado por las avenidas Felipe Augusto y Gambetta.

Por el mencionado año cada diputado de nuestro parlamento disponía de una suma para que libremente invirtiera en favor de su pueblo. Se llamaba inicia­tivas parlamentarias.

El diputado Carnero Checa que era piurano de nacimiento, pero sullanero de corazón, dispu­so que con sus iniciativas parlamentarias se construyera un mausoleo de mármol a la entra­da del cementerio de Sullana, que fue obra del escultor Agurto. Para el pueblo de Lancones se adquirió un busto, que ahora se encuentra en el nuevo Lancones.

En Francia la representación diplomática pe­ruana tomó mucho interés y las autoridades de ese país proporcionaron toda clase de facilidades primero, para la exhumación de los restos y luego, para el traslado. Sobre esto último se dio el siguiente documento, en París que traducimos.

República Francesa
Prefectura de Policía
Dirección de Higiene y de Seguridad Pública Oficina de Higiene
Paris 30 de junio de 1964
N° 2296

El Prefecto de Policía invita a las autoridades civiles y a los agentes de la Fuerza Pública a dejar pasar libremente el cuerpo del Señor Carlos Augusto Salaverry.

Fallecido el 9 de abril de 1891 Llevado de París - Francia a Lima - Perú para ser inhumado.

Por el prefecto de Policía
El director de la Higiene y Seguridad Pública
En el documento hay una observación más que dice:

Justifica esta autorización al señor Comisario Oficial, que deberá de trasmitir inmedia­tamente a la Prefectura de policía el proceso verbal del pase.

El documento tiene dos sellos de la prefectura de Policia de Paris.

Hay una anotación al margen con fecha 10 de julio de 1964 que parece ser un cargo firmado por un funcionario de la embajada peruana, Rey de Castro, por la exhumación del cadáver.

Este documento y otros fueron obsequiados por el diputado Carnero Checa al alcalde Gustavo Moya con otros que a su vez prestó al Sr. Guiller­mo Cardó para preparar el libro "Así es Sullana" .

Los restos de Salaverry llegaron al Perú en una urna y de Lima fueron transportados en avión militar y en elegante féretro a Piura desde donde en larga caravana de vehículos se le tributaron honras fúnebres en la municipalidad de Sullana. Podríamos resumir la vida del poeta como un paréntesis que se abre en Sullana al nacer y que se cierra también en Sullana como lugar defini­tivo de su tumba. En medio de esos dos paréntesis transcurrió la vida atormentada trashuman­te y fecunda del poeta.

Enlaces

 

1891 – 9 de abril – 1991
Centenario del fallecimiento del poeta
CARLOS AUGUSTO SALAVERRY RAMÍREZ




Escrito de Reynaldo Moya Espinoza 
publicado en la guía provincial de Sullana,
editada en julio de 1991,
bajo la dirección de la profesora Ena Ognio de Silva


miércoles, 4 de noviembre de 2020

Álbum "Historia de Sullana" 150 figuras

 ÁLBUM DE FIGURAS “SULLANA Y SU HISTORIA”

El álbum de figuras SULLANA Y SU HISTORIA,
es un documento que consta de un cuadernillo indicando
el lugar donde se pegan cada una de las 150 figuras
que conforman una breve historia de Sullana,
de mucho interés para docentes y estudiantes escolares. 
Cada figura incluye su descripción

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Adquirir el álbum SULLANA Y SU HISTORIA con sus 150 figuras 

se obsequia un ejemplar de la “GUÍA HISTORIA DE SULLANA”

Mayores informes:
Cel. Nº 996476328 - E-mail:  quincenarioeltallan@gmail.com 
Importante: esta oferta es para residentes en Sullana


lunes, 2 de noviembre de 2020

Asoc. de exalumnos salaverrinos y Asoc. cultural Tallán celebran 187 Aniv. del nacimiento de Salaverry

Mendoza Ramírez exponiendo sobre
el poeta Salaverry Ramírez

Luis E. Mendoza R. exponiendo sobre la vida y obra del poeta Carlos Augusto Salaverry

El pasado 15 de diciembre, la Asociación de ex alumnos salaverrinos de Sullana, residentes en Lima, presidida por Rolando Machero Medina, en coordinación con la Asociación cultural Tallán, presidida por Luis Ernesto Mendoza Ramírez, celebraron el 187 aniversario del nacimiento de poeta sullanero Carlos Augusto Salaverry Ramírez, acontecido en La Solana, el 4 de diciembre de 1830.

Mendoza Ramírez, Seminario Ojeda y Machero 
Medina en el homenaje al poeta Salaverry 
Ramírez celebrado el 15 de diciembre del 
2017 en el salón "Luis Adrianzén Seminario" 
en el club Huancabamba

Ambas asociaciones, han estado juntas en otra actividad, en octubre pasado, en un acto conmemorativo por el combate de Angamos, donde además se hizo una exposición sobre “Grau diputado”, en coordinación con el Museo Electoral y de la Democracia, demostrando que la unión hace la fuerza, trabajando desde un propósito cultural, para la gran colectividad de sullaneros residentes en la capital de la República.

Las versadas exposiciones centrales, en ambas actividades, estuvieron a cargo de Luis Ernesto Mendoza, especialista en Grau y en Salaverry, que en los últimos tiempos ha demostrado un dominio sobre el itinerario vital de ambos personajes, piurano uno, y sullanero el otro. Mendoza complementó sus conferencias, con la exposición de objetos originales asociados a Miguel Grau Seminario, y detalles iconográficos y artísticos sobre “El Ruiseñor del Chira”.

Miguel Yamunaqué, Angélica Columbus y 
Rolando Machero en el homenaje a Salaverry

En la reunión del 15 de diciembre se llevó a cabo también, la cena navideña, acto de confraternidad, en el que las 40 personas asistentes, evocaron el nacimiento del Salvador del mundo, ocasión propicia en la que se recordó antiguos villancicos que se cantaban en Sullana hasta en la década del 60, como lo evocó el historiador sullanero Miguel Arturo Seminario Ojeda; entre los concurrentes a este acto, estuvo el ingeniero José Samaniego de La Cotera y su esposa Jady Tassara Valdez, quienes departieron con la colectividad de paisanos que esa noche se dio cita en el salón principal del club Huancabamba.

Escrito publicado en la edición Nº 119, revista Tallán,
Sullana, noviembre 2017 - Pág. 8

 

domingo, 1 de noviembre de 2020

Vicenta Ramírez Duarte, madre de Carlos A. Salaverry

 Escribe: Miguel A. Seminario 0.

Fue bautizado en Piura con licencia de su párroco de origen

El Perú tiene a uno de los románticos más grandes de la poesía americana, juicio que hicieron los contemporáneos del poeta Carlos Augusto Salaverry, poeta tan peruano como nosotros, que nació en jurisdicción sullanera, en La Solana, comprensión del distrito de Lancones. El 3 de diciembre se celebró el Centenario de creación distrital, y al día siguiente, el 4 de diciembre, se conmemoró el 187 aniversario del nacimiento del poeta.

Carlos Augusto Salaverry nació en La Solana, el 4 de diciembre de 1830, hijo de don Felipe Santiago Salaverry del Solar, y de doña Juana Vicenta Ramírez de Gastón Duarte, considérese, que el don y doña, de acuerdo a las costumbres y prescripciones de la época, señalaban el rango social y económico de las personas, como lo hemos leído en publicaciones genealógicas, y lo hemos constatado en la documentación de los siglos XVI al XIX.

Juana Vicenta Ramírez de Gastón Duarte, la madre de Carlos Augusto Salaverry Ramírez, nació en la ciudad de Piura, hija de José Francisco Ramírez de Gastón Dertier, y de Juana Duarte, una de las propietarias de La Solana, y de tierras en Alamor, que después se fraccionaron en manos de sus herederos.

Sabemos del inicio de los amores entre don Felipe Santiago, y doña Juana Vicenta, por el relato de Francisco Vegas Seminario, en su libro, “Cuando los mariscales combatían”; y hemos verificado la presencia de Salaverry en Piura, Querecotillo y Alamor, por la documentación que oportunamente hemos publicado y mencionado, como se registra en los fondos documentales de la Biblioteca Nacional, en Lima, y en el Archivo Regional de Piura.

Recuerdo que, en los años 60, cuando se repatriaron los restos de Salaverry al Perú, desde la capital francesa, hubo una polémica sobre el lugar de su nacimiento, lejos estaba yo de imaginar, que alguna vez la investigación histórica me llevaría a dar con la prueba contundente, para demostrar, más allá de la tradición familiar, que el poeta nació en jurisdicción sullanera.

¿Y dónde está la prueba? en la cláusula EX LICENCIA PARROQUIA, que se estampa en la partida de bautismo en la catedral de Piura, cuyo significado es, que se le bautizaba con licencia de su párroco de origen, o sea, el niño nació fuera de jurisdicción de la parroquia de San Miguel Arcángel, que era la de la ciudad de Piura. He aquí la transcripción, donde se anota los nombres de sus padres:

“Año del Señor de mil ochocientos treinta”
En dieciocho de diciembre: Yo, Don Miguel de la Cruz y León, ex licencia parroquia bauticé, puse óleo y crisma a Carlos Avelino, párvulo de 15 días de nacido, hijo natural de don Felipe Santiago Salaverry y de doña Vicenta Ramírez; fueron sus padrinos don Pablo Seminario y doña Paulina Godos, a quienes advertí su obligación y espiritual parentesco, y para que conste lo firmo. -Miguel de León y Cruz”. (Libro de bautismos N°13, folio 127 vuelta).

Como se puede apreciar, bien claro se anota los nombres de los padres, ella era doña Vicenta Ramírez, heredera de la hacienda La Solana, tierra donde vio la primera luz el poeta Salaverry, tierra de la que fue llevado a Lima posteriormente, porque el código civil vigente así lo mandaba, los hijos tenían que vivir con el padre, como ocurrió con los niños Grau Seminario.

Y nada más claro en esto, que el testamento de Felipe Santiago Salaverry, al señalar que tenía un hijo natural, habido en Piura, con doña Vicenta Ramírez, y mencionando, que, aunque el niño tenía derecho a los bienes de su madre, era su deseo, que permanezca al lado de su esposa.

Tanto la partida de bautismo, como el testamento, son fuentes primarias irrefutables de los nombres de los progenitores, nuestro poeta, volvería a la tierra de su madre, cuando siendo militar fue comisionado para ir a Piura, en el cumplimiento de órdenes superiores, como se registra en el Archivo Histórico Militar del centro de Estudios Histórico Militares del Perú.

No sabemos aún, en que año murió doña Juana Vicenta Ramírez Duarte, si falleció en La Solana, en Sullana o en Piura, pero si aún vivía en los años 50 y años 60, y no se había visto por muchos años con su hijo, seguro que fue la ocasión para un reencuentro.

NOTA: El testamento de Felipe Santiago Salaverry, se puede leer en varias publicaciones impresas y por internet, y la partida de bautismo de Carlos Augusto Salaverry Ramírez, en la biografía que se publicó a fines del siglo XX, en la editorial Milla Batres.

Escrito publicado en la edición Nº 119, revista Tallán,
Sullana, noviembre 2017 - Pág. 9

sábado, 31 de octubre de 2020

En el 125º aniversario del fallecimiento de Carlos A. Salaverry

El sargento mayor Felipe Santiago Salaverry se encontraba cumpliendo una misión en Piura, por encargo de su superior, el general La Mar. Por esos días concurría al sitio de la Solana, hoy jurisdicción de Lancones, donde conoce a la dama doña Vicenta Ramírez, hija de acaudalados hacendados, iniciándose un apasionado romance, que terminaría en un embarazo, tal vez no deseado. Pero la situación política obliga al joven soldado a emigrar, dejando abandonada a su joven amante, tal vez con la promesa de regresar. En 1831, Gamarra lo nombra subprefecto de Tacna y allá se casó, en julio de 1832, con doña Juana Pérez, quién estuvo a su lado en todo momento.

Pero meses antes, probablemente en La Solana (Lancones), doña Vicenta Ramírez, el 4 de diciembre de 1830 alumbra un niño, bautizado con el nombre de Carlos Avelino, según la ficha de inscripción del libro 13, folio 127 de la provincia de San Miguel de Piura:

Felipe Santiago Salaverry
Año del Señor de mil ochocientos treinta, en dieciocho de diciembre: Yo Don Miguel de la Cruz León ex licencia bauticé, puse óleo y cris­ma a Carlos Avelino, párvulo de quince días de nacido, hijo natural de don Felipe Santiago Sa­laverry y de Doña Vicenta Ramírez; fueron sus padrinos don Pablo Seminario y Doña Paula Godos, a quienes advertí su obligación y espiri­tual parentesco
, y para que conste lo firmo. 

“Miguel León y Cruz”

En realidad, los datos que solían considerarse en las inscripciones bautismales no eran precisos y eso se ha podido apreciar en documentos bautismales de muy importantes personajes, entre los que se incluye a don Miguel Grau

Se ignora porque después el poeta fue conocido como Carlos Augusto. Lo cierto es que doña Vicenta regresó a La Solana con su hijo, hasta que en 1834 fue prácticamente arrancado del seno materno para ser enviado a Lima por su padre Felipe Santiago Salaverry, para entregarlo al cuidado de doña Juana Pérez de Infantas. Felipe S. Salaverry fue fusilado el 18 de febrero de 1836, quedando la viuda en completo abandono, perseguida, por lo que tuvo que huir a Chile, llevando consigo a su hijo Felipe y a Carlos Augusto. Luego, retornan al Perú con la protección de Agustín Gamarra y Ramón Castilla, que logran conseguirle una pensión en reconocimiento por los servicios prestados por el general Salaverry.

La educación de Carlos A. Salaverry fue muy precaria. Pero su vocación y esfuerzo le impulsaron a profundizarse en los conocimientos de su tiempo. Ricardo Palma escribe:

“la educación de Salaverry fue descuidada, pero tenía un amor profundo al estudio y sentía con frecuencia la necesidad de desahogar su espíritu en esa música de palabras que se llama poesía...”

Al cabo de un tiempo, el general Castilla lo hizo ingresar al cuartel, donde inició su carrera militar que lo llevaría a ser coronel del ejército peruano. Aquí en sus horas de guardia y descanso se inicia en el mundo de la poesía, cuando su amigo y compañero de armas, el poeta Trinidad Fernández reconoce la calidad de los poemas de Carlos, publicándole unos versos en “El Heraldo”, logrando críticas favorables

Dos mujeres constituyen fuente inagotable de inspiración para sus mejores versos. Ellas fueron Mercedes Felices e Ismena Torres. Con la primera se casó, pero ella lo traicionó dejando en su alma un sello perpetuo de amargura.

Posteriormente el poeta se enamoró perdi­damente de Ismena Torres, pero como era lógico suponer los padres de ésta se opusieron a toda relación y enviaron a su hija a Europa. La separación afectó grandemente al sensi­ble espíritu del poeta.

Cuando los años ya habían pasado y su vida declinaba, habiendo logrado la separación, definitiva de Mercedes Felices se casa en Paris, pero de inmediato aparece los síntomas de la parálisis que años más tarde terminarían por llevarlo a la tumba

Su obra en el teatro

Salaverry incursionó en el teatro con el drama "Arturo", “El pueblo y el tesoro”, y a ella siguió "Atahualpa" en 1854. Luego “Abel o el pescador americano” y “El bello ideal” que es una pieza de cinco actos en verso (Lima 1857); En 1859 "La escuela de las limeñas". “El amor y el oro” (1861); otras piezas teatrales fueron “Los ladrones de alto rango”, “El amor y el odio”, “El hombre del siglo XX”, “El virrey y su favorita”, “Sueños del corazón”, “El pueblo y el tirano” y “Gigantes y pigmeos”. Salaverry entonces sólo tenía 24 años.

Su obra literaria

Sus obras poéticas se refieren principalmen­te a tres libros aun cuando tuvo una gran canti­dad de versos publicados en revistas y periódi­cos de la época. "Diamantes y perlas" fue editado en Lima en 1869 y "Albores y destellos" en Paris en 1871. En la misma ciudad "Cartas a un ángel". Y en el ocaso de su vida escribiría el inmortal poema “Los misterios de la tumba”, editada en Lima en 1883.

Su trayectoria político-militar

En cuanto a su trayectoria militar política, se puede anotar que en 1853 era teniente. En 1855 era capitán cuando el coronel Manuel Ignacio Prado se sublevó en 1865 en Arequipa contra el tratado Vivanco Pareja, contó con la adhesión del sargento mayor Carlos Augusto Salaverry, el cual participó el año siguiente en el combate "Dos de Mayo" luego secundó a Balta contra el coronel Prado en la rebelión de Chiclayo. En 1867 y en 1869 es nombrado secretario de le­gación lo que le permitió recorrer Estados Unidos, Inglaterra, Francia e Italia su residencia habitual fue París y ahí estaba cuando el presidente Manuel Pardo suprime el cargo y Carlos Augus­to quedo en 1872 en la ciudad luz sin medios de subsistencia. Sin embargo, continuaba en Fran­cia en medio de la miseria queriendo en ciertos momentos suicidarse; hasta que en 1878 retor­no al Perú. Al estallar la guerra con Chile secun­dó al presidente García Calderón en 1881, pero en 1883 retorna a Paris en donde contrae matri­monio con Ismena. Es una etapa feliz pero breve de su vida. Recorre Italia, Suiza y Alemania. Eso era en 1885 y casi al terminó del viaje aparecen los síntomas de la parálisis que seis años más tarde lo llevaría a la tumba.

Ismena Torres una de las más grandes obsesiones de su vida, y que sin duda fue una fuente constante de versos llenos de pasión Y felices unos y con una profunda dosis de amargura otros, le inspiró el siguiente soneto:

A un retrato

"¡Sombra inmóvil!" Te miro a todas horas;
y nunca a verme tu semblante giras;
cuando suspiro yo, tu no suspiras
cuando mis penas lloro, tú no lloras!

A veces, con las galas seductoras
de pureza y candor, mi musa inspiras;
 más luego, al contemplar que no me miras,
rompo las cuerdas de laud sonoras!

Si amor que nada pide, nada espera,
hacer pudiese a tu virtud agravios,
perdón pidiera a tu beldad, de hinojos;
y cuando esta ilusión conmigo muere,
 tendré un suspiro de tus dulces labios
o alguna perla de tus bellos ojos!"

Minado su cuerpo por una parálisis aguda, lentamente se extingue su existencia, falleciendo el 9 de abril de 1891 en París. Sus restos fueron repatriados en l964 reposando en el cementerio “San José” de Sullana, donde el escultor Agurto, por encargo del diputado Luis Carnero Checa, construyó un mausoleo. Ahí se inscribió el siguiente verso:

Yo quiero que murmuren mis cantares
sobre mi tumba un lánguido rumor,
como deja en el seno de los mares,
su murmullo la ola que pasó

Diamantes y perlas

He aquí, lector, la diminuta llave
que guarda de mis joyas el tesoro;
privanme la modestia y el decoro
de que yo te las muestre y las alabe.

Quizás tu lente, escrutador, acabe
por no hallar en mi cofre perlas ni oro
si tal descubres, por tu honor imploro
que no lo digas a quien no lo sabe.

Si no hallas en mis versos poesía,
ni estilo, ni metáforas brillantes,
mis páginas arrojan sin leerlas.

Que otro lector, acaso, encontraría
en los tipos de imprenta - los diamantes,
y en mis vacías páginas - las perlas.

Grau

''Asciende hasta la historia, -le decía-
con nuevos lauros, tu nombre sella;
 menos confiado en tu propia estrella
que en tu alma de inmutable valentía”

A mi prosodia el héroe respondía: .
"Morir por nuestra patria es muerte bella;
cambiar mi vida por un triunfo de élla
será -si Dios me escucha- hazaña mía”

¡En la insólita lid colmó el deseo
de honrar su patria y de trocar su vida
por la inmortalidad del mausoleo!

Salvó el honor, perdiendo la victoria
y pensó al ver su nave destruida:
quien no espere triunfar muera con gloria.

Cayendo en la marítima celada
sin un bajel que en su defensa acuda.
sus fuegos rompe, aunque del triunfo duda.
la coraza era el todo, el valor nada.

La armadura, cual vidrio quebrantada,
la tropa ve estallar de asombro muda;
pero en la lid, desmesurada y ruda,
la enseña del Perú persiste izada.

Sucumbe Grau! En evidente calma,
otro envidia su muerte y se resigna
a la gloriosa herencia de aquella alma!

De su heroísmo es víctima expiatoria;
llega a todos la inmortal consigna:
quien no espere triunfar, muera con gloria.

Acuérdate de mí

¡Oh!, cuanto tiempo silenciosa el alma
Mira en rededor su soledad que aumenta
como un péndulo inmóvil, ya no cuenta
las horas que se van,
ni siente los minutos cadenciosos
al golpe igual del corazón que adora,
aspirando de la magia embriagadora
de tu amoroso afán!

Ya no late, ni siente, ni aún respira
petrificada el alma allá en lo interno:
tu cifra en mármol con buril eterno
queda grabada en mí!
Ni hay queja al labio ni a los ojos llanto;
muerto para el amor y la ventura,
está en tu corazón mi sepultura
y el cadáver aquí!

En este corazón ya enmudecido
cual la ruina de un templo silencioso,
vacío, abandonado, pavoroso,
sin luz y sin rumor;
embalsamadas ondas de armonía
elévanse un tiempo en sus altares,
y vibraban melódicos cantares
los ecos de tu amor.

¡Parece ayer!... de nuestros labios mudos
el suspiro de ¡Adiós! Volado al cielo
y escondías la faz en tu pañuelo
para mejor llorar¡
Hoy ...nos apartan los profundos senos
de dos inmensidades que has querido,
es más triste y más hondo el de tu olvido
que el abismo del mar!

Pero, ¿qué es este mar? ¿qué es el espacio?
¿qué la distancia, ni los altos montes?
¿Ni qué son esos turbios horizontes
que miro desde aquí;
si a través del espacio y de las cumbres,
de ese ancho mar y de ese firmamento,
vuela por el azul mi pensamiento
y vive junto a ti?

Si yo tus alas invisibles veo,
te llevo dentro del alma, estás conmigo,
tu sombra soy, y adonde vas te sigo
de tus huellas en pos!
Y en vano intentan que mi nombre olvides;
nacieron nuestras almas enlazadas
y en el mismo crisol purificadas
por las manos de Dios!

Tú eres la misma aún: cual otros días
suspéndense tus brazos en mi cuello;
veo tu rostro apasionado y bello
mirarme y sonreír;
aspiro de tus labios el aliento
como el perfume de claveles rojos,
y brilla siempre en tus azules ojos,
mi sol, mi porvenir!

Mi recuerdo es más fuerte que tu olvido;
mi nombre está en la atmósfera, en la brisa,
y ocultas a través de tu sonrisa
lágrimas de dolor;
pues mi recuerdo tu memoria asalta;
y a pesar tuyo por mi amor suspiras,
y hasta el ambiente mismo que respiras
te repite ¡mi amor!

¡Oh! cuando vea en la desierta playa,
con mi tristeza y mi dolor a solas
el vaivén incesante de las olas
me acordaré de tí!
Cuando veas que un ave solitaria
cruza el espacio en moribundo vuelo
buscando un nido entre el mar y el cielo
¡Acuérdate de mí!

Poema a la esperanza

Yo sé que eres un ave fugitiva,
un pez dorado que en las ondas juega,
una nube del alba que desplega
su miraje de rosa y me cautiva.

Sé que eres flor que la niñez cultiva
y el hombre con sus lágrimas la riega,
sombra del porvenir que nunca llega,
bella a los ojos, y a la mano esquiva.

Yo sé que eres la estrella de la tarde
que ve el anciano entre celajes de oro,
cual postrera ilusión de su alma, bella.

Y aunque tu luz para mis ojos no arde,
engáñame ¡oh mentira! Yo te adoro,
ave o pez, sombra o flor, nube o estrella.


Poema responde

Dios dijo al ave de los bosques canta,
al tierno caliz de la flor, perfuma
a la estrella, los mares abrillanta,
al sol invade en la azulada bruma
al ambiente suspira, al mar encanta
con tus bellezas de argentada espuma
y a ti mujer para el odio nacida,
te ha dicho acaso dios
¿ama y olvida?
 

Ilusiones

Venid a mí, sonriendo y placenteras,
visiones que en la infancia he idolatrado,
¡oh recuerdos, mentiras del pasado!
¡Oh esperanzas, mentiras venideras!
Ya que huyen mis lozanas primaveras,
quiero ser por vosotras consolado,
en un mundo fantástico, poblado
de delirios, de sombras y quimeras.
Mostradle horrible la verdad desnuda
a los que roben, de su ciencia ufanos,
a todo lo ideal su hermoso aliño;
pero apartadme de su estéril duda;
y aunque me cubra de cabellos canos,
dejadme siempre el corazón de un niño.

(Escrito publicado en la edición Nº 91, revista Tallán – Mayo 2014)